lunes, 3 de agosto de 2015

El poder, con sus prohibiciones y proteccionismos, encauza la cultura, llevándola hacia la dirección más afín a la suya:  decide la educación, aplica el clientelismo, prohíbe o fortalece costumbres, maquilla y manipula o prioriza a su favor todos los datos o cifras, estimula los medios más sumisos, reprime con la forma más disimulada la disidencia, pone siempre obstáculos al intelectual limpio o a la cultura limpia, se las ingenia de mil formas para premiar siempre a sus rastreros o sobreprotegerlos, etc.
La cultura es siempre un DISEÑO del poder, de los mismos intereses retomados siempre por conveniencias recurrentes de poder (conquistar, crear sumisos, ir a salvapatrias, etc.), de los intereses dominantes. Decidme una cultura y os diré que refleja fielmente las censuras religiosas de ese país, sus lobbys de poder y sus sinrazones de atavismos imborrables

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