miércoles, 23 de septiembre de 2015

La crueldad todos la elaboran (basta de inocentismos), unos con perversos consentimientos, otros ciegamente valorando las mentiras y otros lamiéndo más los pies al poder -o a su alineación- sin condiciones. Siempre  reconocen a conveniencias, a juego sucio.
Y al que juega limpio, solo construyendo, le pisotean hasta el alma.
Bastantes quieren erradicar las sinrazones sin tener en cuenta a la razón -¡vaya paradoja!-; o a los que la demuestran o siempre se desviven por ella (así es, son objetivamente malnacidos destructores, pero a marhuendismo genocida utilizan poder para ponerse de santos,  ¡ésa es la máxima crueldad!). La mentira es negocio o comodidad inmoral.

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