sábado, 7 de septiembre de 2013

Todo el mundo defiende -a toda costa- cosas: o una imagen o la democracia o una ideología o una religión o un negocio... y siempre se ha hecho desde la noche de los tiempos. Eso no es algo nuevo, los romanos defendían la democracia mientras defendían el esclavismo, los de la Edad Media defendían la religión mientras defendían las torturas de las cruzadas o la Inquisición y los nazis defendían el socialnacionalismo mientras exterminaban sin piedad. Sí, algo así ocurre CONTINUAMENTE: defender la sanidad mientras se recorta, defender la política en la irresponsabilidad u ocultando corrupción o defender una razón en bastantes sinrazones.

Pero, la coherencia ética que sustenta una defensa cualquiera o la hace válida es que hay que dar ejemplo primero y NO CONSENTIR otras erróneas o fanáticas defensas. Sí, para defender la política, has de ser -en la práctica- un buen político; para defender sensatamente la información, nunca has de dar información interesada o desinformación -confundir por manipulación-. Eso es. Y el mal no puede esperar una buena calificación, sino -en honor a la verdad- una obligada en coherencia descalificación.

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