jueves, 4 de junio de 2015

Muchos tienen las manos atadas (la capacidad racional restringida) para dirigirse a la verdad en cuanto ya tienen un compromiso afectivo, obligatoriedad o deber con alguien; asimismo, en cuanto obedecen a una línea marcada o protagonismo social (que siempre es adquirido adoctrinadamente o interesado, nunca racional); y asimismo en cuanto hay una oportunidad de egolatría hacia la sobreprotección o autoprotección, sí, se busca el paraguas de un poder o se hace el "peloteo" para conseguirlo.
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Entonces, ahí, la razón no tiene entrada o permiso ante esa condicionalidad o cerrazón y, de seguido, es limitada con todo tipo de truco, demagogia, frivolidad, burla, excusa o maquillaje.

Los síntomas de eso que se verifican con más rapidez son:
- Se hace una vista gorda -un dejar pasar o consentimiento- muy de prisa sobre las injusticias.
- Se halaga con demasiada frecuencia para evitar el sentido crítico o la verdad que siempre incomoda (lameculismo).
- Se grita mucho, se hablan de muchos temas a la vez, se le dan entrada a los chistes o a las tonterías o a la espectacularidad para que se dirija todo hacia la confusión  (porque prevalezca un idiotismo en la competencia o en el mismo pueblo)
Nada debe costar la verdad; ninguna imagen de algo, tradición o defensa social debe costar la verdad para que la dirección sea lo falso con mucho maquillaje. Y se empezaría a corromper la misma ética.

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